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9.30.2011

Dr. Charles Stanley: La disciplina determina nuestro destino

Recompensas derivadas de la disciplina
- La vida es más ordenada y menos estresante. Dios quiere que vivamos con orden y rectitud por lo que tendremos paz, confianza, felicidad y gozo.
-Hay creciente satisfacción con nosotros mismos. Quizá por haber superado algunos obstáculos que antes nos parecían invencibles y logrado algunas metas inalcanzables, tales como el crecimiento en nuestra relación con Cristo y nuestro sometimiento a la voluntad de Dios.
- Podremos ser más productivos. Al preparar con anticipación nuestras actividades para cada día, notaremos que nuestros esfuerzos serán fructíferos y, por ende, menos demandantes en tiempo y esfuerzo.
- Tendremos influencia positiva sobre los demás. Podrá notarse que tenemos sentido de dirección y nuestro ejemplo servirá de estímulo no solo a nuestros hijos y demás familiares sino a compañeros de trabajo y conocidos en general.
-Ellos verán nuestro esfuerzo y se sentirán motivados al observar que no fácilmente nos damos  por vencidos ante los obstáculos, que somos diligentes y persistentes.
-Se nos abrirán puertas de oportunidad.
- Ese ejemplo será más elocuente que cualquier promesa de nuestra parte, pues servirá para demostrar nuestra disposición para tomar la iniciativa con entusiasmo y dedicación, utilizando nuestras habilidades al máximo.
-Alcanzaremos metas insospechadas. El Espíritu Santo nos capacitará para llevar a cabo lo que nos demande la tarea que nos ocupe, pues esa es la voluntad de Dios para nosotros. Demos por hecho que con su ayuda no iremos al fracaso.
-La verdadera recompensa. Debemos recordar que el beneficio más significativo de la disciplina no se obtendrá en esta vida, sino que lo recibiremos de manos del mismo Cristo cuando comparezcamos ante Él en el día postrero.

Cómo iniciar una vida de disciplina
- Leyendo cada día una porción de la Palabra de Dios. Sin excepción, todos podemos lograr esa meta y de esa manera descubriremos que esa práctica constituye una disciplina fundamental y benéfica.
-Orando todos los días. No solo para presentarle nuestras necesidades sino hablando con Él acerca de lo que dice su Palabra. Despertémonos un poco más temprano o limitemos otras actividades a fin de dar prioridad a Dios en nuestra vida diaria.
-Diezmando de nuestros ingresos. Al ser disciplinados y obedientes en nuestras finanzas, Él se encargará de fortalecer nuestra fe.
- Asistiendo a la iglesia los domingos. Por el hecho de reunirnos con los creyentes para estudiar su Palabra y estrechar vínculos de hermandad, podremos profundizar nuestra relación con Él.


CONCLUSIÓN:

  • El Señor nos creó con un propósito especial que será benéfico y muy satisfactorio para nosotros.
  • No permitamos que nuestros deseos naturales cotidianos, ni otras distracciones, nos impidan lograrlo. 
  • Consideremos las metas que Él nos ha trazado, los rigores necesarios para alcanzarlas y los sacrificios que demandarán de nuestra parte. Convenzámonos de que los desafíos de la disciplina no pueden compararse con la bendición de la recompensa ni lo valioso de nuestro destino, pues se trata del galardón eterno que recompensará con creces nuestro esfuerzo.




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