Un día se supo que la isla se hundiría. Todos prepararon sus barcos para partir, con excepción del amor, que quería permanecer en su hogar hasta el último instante. Cuando la mayor parte de la isla estaba ya bajo el agua, el amor decidió pedir ayuda. En ese momento pasó la riqueza en una imponente galera, y el amor le preguntó: Riqueza, ¿puedes ayudarme? La riqueza le respondió: No, lo lamento. Llevo mucho oro y mucha plata en mi barco. No hay forma de que quepas. El amor se apresuró entonces a pedirle ayuda a la vanidad, que navegaba en un yate muy fino y elegantemente adornado: Vanidad, ¿puedes ayudarme? Y la vanidad contestó: Perdóname, Amor, pero estás mojado y lleno de barro. No quisiera ensuciar mi lindo bote. El amor vio a la tristeza: Tristeza, ¿puedes ayudarme? Oh... Amor, replicó, estoy tan triste que prefiero estar sola. La felicidad también rechazó la petición, porque estaba tan feliz que no quiso ocuparse de nada que interrumpiera la dicha que sentía.
De pronto, el amor escuchó una voz que lo llamaba: Amor, ven, acércate. Yo te llevo. El amor estaba tan agitado, contento, y aliviado, que no se le ocurrió preguntar quién lo había salvado. Al llegar a tierra firme, el amor se dio cuenta de su olvido y queriendo saber a quién agradecer, le preguntó a un anciano que contemplaba el océano ¿Quién me ayudó? Fue la sabiduría - contestó el hombre. ¿La Sabiduría? - cuestionó incrédulo el AMOR ¿Por qué?
Y el anciano aclaró: Porque la sabiduría es la única capaz de entender la grandeza del AMOR.
(AD)
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1 Corintios 13
La preeminencia del amor
1 Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. 2 Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy.
3 Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.
4 El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece;
5 no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor;
6 no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad.
7 Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
8 El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará.
9 Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos;
10 mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará.
11 Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño.
12 Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido.
13 Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.