Comencé el día jugando golf con un amigo mío al que no había visto en mucho tiempo. Entre jugada y jugada me contó que su esposa y él acababan de tener un bebé. Mientras jugábamos, llegó el padre de mi amigo, que consternado, le dijo que al bebé se lo habían llevado de urgencia al hospital. En un instante, mi amigo se subió al auto de su padre y se marchó. Yo, por un momento, me quedé donde estaba, sin saber qué debía hacer. ¿Seguir a mi amigo al hospital?. Mi presencia allí, me dije, no iba a servir de nada, pues la criatura estará al cuidado de médicos y enfermeras, y nada de lo que yo hiciera o dijera iba a cambiar las cosas. ¿Brindarle mi apoyo moral?. Eso, quizás, pero tanto él como su esposa provenían de familias numerosas, y sin duda estarían rodeados de parientes, que les ofrecerían el apoyo necesario. Lo único que haría yo sería estorbar. Así que decidí ir mas tarde al hospital a visitar a mi amigo.
Al poner en marcha mi auto, me percaté que mi amigo había dejado su camioneta con las llaves puestas, estacionada junto a las canchas.Decidí pues, cerrar el auto e ir al hospital a entregarle las llaves. Como supuse, la sala de espera estaba llena de familiares. No tardó enpresentarse un médico, que se acerca a la pareja y, en voz baja les comunica que su bebé había fallecido. Los padres se abrazaron y lloraron, mientras todos los demás los rodeamos en medio del silencio y el dolor. Al verme mi amigo, se refugió en mis brazos y me dijo: "Gracias por estar aquí".
Durante el resto de la mañana, permanecí sentado en la sala de urgencias del hospital, viendo a mi amigo y a su esposa sostener en brazos a su bebé y despedirse de él.
Aquella experiencia me dejó tres enseñanzas:
Primero: Nada de lo racional que aprendí en la universidad, ni en el ejercicio de mi profesión, me sirvió en tales circunstancias. A dos personas les sobrevino una desgracia y lo único que pude hacer fue acompañarlos y esperar. Pero estar allí, era lo principal.
Segundo: Aprendí que al aprender a pensar, casi me olvido de sentir.
Tercero: Aprendí que la vida puede cambiar en un instante. Así pues, hacemos planes y concebimos nuestro futuro como algo real, y olvidamos que perder el empleo, sufrir una enfermedad grave o un accidente y muchas de otras cosas mas, pueden alterar ese futuro en un abrir y cerrar de ojos.
Desde aquel día, busque un equilibrio entre el trabajo y la vida; aprendí que ningún empleo compensa perderse unas vacaciones, romper con la pareja o pasar un día festivo lejos de la familia. Y aprendí que lo mas importante en la vida, no es ganar dinero, ni ascender en la escala social, ni recibir honores. Lo más importante en la vida, es el tiempo que dedicamos a nuestros seres queridos, y personas que el Señor ha puesto en nuestro camino. (Amory D.)
Gozaos con los que se gozan;
llorad con los que lloran.
Romanos 12:15