Comenzamos a leer el Salmo 37 y comentamos sobre lo que
debemos hacer para recibir las peticiones de nuestro corazón. Si seguimos
leyendo, encontramos que el salmista nos anima a descansar en el Señor y a
esperar pacientemente a que Dios actúe.
Descansar suena fácil, pero a veces puede requerir fuerza
sobrenatural. Nuestra tendencia natural es precipitarse, preocuparnos e imponer
nuestros planes, lo que nos aleja de deleitarnos y confiar en el Señor. Cuanto
más fuerte sea nuestro deseo, más impacientes estamos. A veces incluso podemos
intentar darle a Dios una línea de tiempo, pero el verdadero descanso sucede en
él. Solo Él entiende cada circunstancia y sabe el momento exacto, el mejor,
para responder a nuestras oraciones.
Por lo tanto, los principios básicos del Salmo 37 están
interrelacionados: debemos pasar tiempo disfrutando de Dios para aprender a
confiar en Él y comprometernos a su camino. Y hacer esto nos libera para
descansar en Su control y esperar pacientemente a que Él actúe.
Tómate un momento para orar, diciendo: Padre, gracias por
concederme los deseos de mi corazón. Ayúdame hoy a deleitarme en ti, a
entregarme todo a ti, y descansar sabiendo que lo tienes todo bajo control.
Esperaré tu momento perfecto. Amén.
Salmo 37 de David
1 NO te impacientes á causa de los
malignos, Ni tengas envidia de los que hacen iniquidad.
2 Porque como hierba serán presto cortados, Y decaerán como
verdor de renuevo.
3 Espera en Jehová, y haz bien; Vivirás en la tierra, y en
verdad serás alimentado.
4 Pon asimismo tu delicia en Jehová, Y él te dará las
peticiones de tu corazón.
5 Encomienda á Jehová tu camino, Y espera en él; y él hará.
6 Y exhibirá tu justicia como la luz, Y tus derechos como el
medio día.
7 Calla á Jehová, y espera en él: No te alteres con motivo
del que prospera en su camino, Por el hombre que hace maldades.
8 Déjate de la ira, y depón el enojo: No te excites en
manera alguna á hacer lo malo.
9 Porque los malignos serán talados, Mas los que esperan en
Jehová, ellos heredarán la tierra.
10 Pues de aquí á poco no será el malo: Y contemplarás sobre
su lugar, y no parecerá.
11 Pero los mansos heredarán la tierra, Y se recrearán con
abundancia de paz.
12 Maquina el impío contra el justo, Y cruje sobre él sus
dientes.
13 El Señor se reirá de él; Porque ve que viene su día.
14 Los impíos desenvainaron espada, y entesaron su arco,
Para derribar al pobre y al menesteroso, Para matar á los de recto proceder.
15 La espada de ellos entrará en su mismo corazón, Y su arco
será quebrado.
16 Mejor es lo poco del justo, Que las riquezas de muchos
pecadores.
17 Porque los brazos de los impíos serán quebrados: Mas el
que sostiene á los justos es Jehová.
18 Conoce Jehová los días de los perfectos: Y la heredad de
ellos será para siempre.
19 No serán avergonzados en el mal tiempo; Y en los días de
hambre serán hartos.
20 Mas los impíos perecerán, Y los enemigos de Jehová como
la grasa de los carneros Serán consumidos: se disiparán como humo.
21 El impío toma prestado, y no paga; Mas el justo tiene
misericordia, y da.
22 Porque los benditos de él heredarán la tierra; Y los
malditos de él serán talados.
23 Por Jehová son ordenados los pasos del hombre, Y aprueba
su camino.
24 Cuando cayere, no quedará postrado; Porque Jehová
sostiene su mano.
25 Mozo fuí, y he envejecido, Y no he visto justo
desamparado, Ni su simiente que mendigue pan.
26 En todo tiempo tiene misericordia, y presta; Y su
simiente es para bendición.
27 Apártate del mal, y haz el bien, Y vivirás para siempre.
28 Porque Jehová ama la rectitud, Y no desampara sus santos:
Mas la simiente de los impíos será extirpada.
29 Los justos heredarán la tierra, Y vivirán para siempre
sobre ella.
30 La boca del justo hablara sabiduría; Y su lengua
proferirá juicio.
31 La ley de su Dios está en su corazón; Por tanto sus pasos
no vacilarán.
32 Acecha el impío al justo, Y procura matarlo.
33 Jehová no lo dejará en sus manos, Ni lo condenará cuando
le juzgaren.
34 Espera en Jehová, y guarda su camino, Y él te ensalzará
para heredar la tierra: Cuando serán talados los pecadores, lo verás.
35 Vi yo al impío sumamente ensalzado, Y que se extendía
como un laurel verde.
36 Empero pasóse, y he aquí no parece; Y busquélo, y no fué
hallado.
37 Considera al íntegro, y mira al justo: Que la postrimería
de cada uno de ellos es paz.
38 Mas los transgresores fueron todos á una destruídos: La
postrimería de los impíos fué talada.
39 Pero la salvación de los justos es de Jehová, Y él es su
fortaleza en el tiempo de angustia.
40 Y Jehová los ayudará, Y los librará: y libertarálos de
los impíos, y los salvará, Por cuanto en él esperaron.