El reputado físico teórico norteamericano Michio Kaku, quien
formuló la revolucionaria teoría de las cuerdas. Declaró recientemente que estaba en condiciones
de afirmar que había hallado pruebas de “la
existencia de una fuerza inteligente y desconocida por el hombre que gobierna
la naturaleza”, concepto similar al que millones de personas tienen de Dios como
ente creador y rector del universo.
Michio Kaku, llego a esta conclusión luego de procesar una
inédita tecnología, que le permitió analizar el comportamiento de la materia a
escala subatómica, valiéndose para ello de un “semi-radio primitivo de taquiones”.
Los taquiones, son todas aquellas partículas hipotéticas capaz de moverse a
velocidades superlumínicas, es decir, son partículas teóricas capaces de
“despegar” la materia del universo o el contacto de vacío con ella, dejando así
a esta materia en estado puro, totalmente libre de las influencias del universo
que las rodea.
Según el físico, al observar el comportamiento de estos
taquiones en varios experimentos, llegó a la conclusión que los seres humanos
vivíamos dentro de un mundo regido por
leyes y principios previamente concebidos por un gran arquitecto inteligente.
“He llegado a la conclusión de que estamos en un mundo hecho por reglas creadas
por una inteligencia, no muy diferente de un juego de ordenador favorito, una
especie de “Matrix”, pero por supuesto, más complejo e impensable”, aseguró el
científico.
Michio kaku agregó que “analizando el comportamiento de la
materia a escala subatómica, afectada por el semi radio primitivo de taquiones,
por primera vez en la historia, un diminuto punto en el espacio, totalmente
libre de cualquier influencia del universo, materia, fuerza o ley, se percibe
de una forma inédita el caos absoluto. Así, todo lo que llamamos azar ya no
tiene más sentido, porque estamos en un plano regido por reglas creadas y no
determinado por azares universales. Esto quiere decir que, con toda
probabilidad, existe una fuerza desconocida que lo gobierna todo”, dijo el
científico.
Michio Kaku agregó que “alguien le hizo una vez a Einstein
la gran pregunta: ¿Hay un Dios? Y Einstein respondió que, en primer lugar, para
ser científico hay que especificar bien lo que se entiende como Dios. Si se
entiende a Dios como una figura a la que se le reza, una figura que otorga e
interviene, entonces la respuesta es no. Pero él creía en un Dios representado
por el orden, la armonía, la belleza, la simplicidad y la elegancia, el Dios de
Spinoza. El universo podía ser caótico y feo, pero en cambio es bello, simple y
regido por reglas matemáticas sencillas”.
La teoría de las cuerdas y la música de Dios
Con respecto a la formulación de la famosa “String Field
Theory”, o teoría de las cuerdas, modelo fundamental de la física que asume que
las partículas materiales aparentemente puntuales son, en realidad, “estados
vibracionales” de un objeto extendido más básico llamado “cuerda” o
“filamento”, lo que convertiría a un electrón, por ejemplo, no en un “punto” sin
estructura interna y de dimensión cero, sino que un amasijo de cuerdas
minúsculas que vibran en un espacio-tiempo de más de cuatro dimensiones, Kaku
afirmó que “desde hace mucho tiempo trabajo en esta teoría, que se basa en la
música o pequeñas cuerdas vibrantes que nos dan las partículas que vemos en la
naturaleza. Las leyes de la química con las que hemos tenido problemas en la
escuela secundaria serían las melodías que se pueden ejecutar en estas cuerdas
vibrantes. El Universo, así, sería una sinfonía de estas cuerdas vibrantes y la
mente de Dios, sobre la que Einstein escribió ampliamente, sería música cósmica
resonando a través de este nirvana a través de las 11 dimensiones hiper
espaciales”.
El físico norteamericano de origen japonés concluyó que “los
físicos son los únicos científicos que puede decir la palabra “Dios” y no
sonrojarse. El hecho esencial es que se trata de preguntas cósmicas de
existencia y significado. Thomas Huxley, el gran biólogo del siglo pasado, dijo
que la cuestión de todas las preguntas de la ciencia y la religión es
determinar nuestro lugar y nuestro verdadero rol en el Universo. Por tanto, la
ciencia y la religión se tratan de la misma pregunta. Sin embargo, ha habido
esencialmente un divorcio en el último siglo, más o menos, entre la ciencia y
el humanismo, y creo que es muy triste que no hablemos ya el mismo idioma”.
Michio Kaku nació en San José, California, hijo de
inmigrantes japoneses. Kaku se crió en un hogar muy influenciado por la cultura
japonesa, era un niño realmente interesado en la ciencia que hacia experimentos
de física sofisticados en el garaje de sus padres, para ganar la feria de
ciencias de la escuela secundaria; luego ingresó en Harvard, convirtiéndose en un famoso
físico teórico.Además, es futurólogo, divulgador científico, anfitrión de dos programas de radio, aparece frecuentemente en programas televisivos sobre física y ciencia en general y es autor de varios best-sellers. La Universidad de Harvard, le otorgo el reconocimiento Bachelor of Science en 1968, y fue el mejor alumno en física. Después, asistió al Lawrence Berkeley National Laboratory, en la Universidad de California, Berkeley, donde recibió el doctorado en física en 1972. En 1973, trabajó en la Universidad de Princeton.
Desde hace casi treinta años ocupa la cátedra Henry Semat de
física teórica en la Universidad de Nueva York, y es uno de los divulgadores
científicos más conocidos del mundo; presenta dos programas de radio, y
participa en programas de televisión y documentales, siendo presentador para la
serie Time de la BBC (2005). Es autor además de decenas de artículos y de
varios libros, algunos de ellos traducidos al castellano: La energía nuclear
(1986), Visiones (1998), Hiperespacio (2001), El universo de Einstein (2005),
Universos paralelos (2008), La física de lo imposible (2009), La física del
futuro (2011) y El futuro de nuestra mente (2014).3
“Dos pasiones me han motivado durante toda mi vida: el deseo
de comprender las leyes físicas del universo dentro de una única teoría
coherente, y el deseo de ver el futuro. Finalmente me di cuenta que ambas
pasiones eran en realidad complementarias”