El escorpión o alacrán posee un aguijón al final de la cola y su naturaleza es
enterrar la ponzoña venenosa en su víctima. Cuando este se siente acorralado y no
encuentra salida, el mismo, aunque usted no lo crea, se mata enterrándose el
aguijón en medio de su espalda. Se dice que los escorpiones se suicidan cuando
son rodeados por el fuego, realizan esta práctica al sentirse atacados por un enemigo
incontenible. Escorpiones hallados luego de un incendio dan la impresión de
haberse suicidado por tener su aguijón clavado sobre su propio cuerpo.
De ser así, Los escorpiones, son los únicos animales
exceptuando a los humanos que se suicidan, lo hacen una vez que no pueden
escapar de una situación de peligro, muy rara vez los mata otro animal. Siempre
son ellos los que terminan con su propia vida.
Existe un relato, trata acerca de una niña que intentaba porfiadamente
rescatar a un escorpión de ahogarse en
un estanque. Cada vez que la jovencita lo llegaba a sacar del agua, el
escorpión, intentaba picarla y la niña tenía que volverlo a soltar. Lo intentó varias veces. Al observarla, su padre le dijo: “¿Nena tú no te das cuenta
que la naturaleza del escorpión es picar?” y ella contestó: “Si papá, pero mi naturaleza es salvar.” La niña
respondía a su naturaleza de buena voluntad; tal y como invoca el mandamiento:
8 Porque el que siembra para su
propia carne, de la carne segará corrupción, pero el que siembra para el
Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. 9 Y no nos cansemos de hacer el bien, pues a su
tiempo, si no nos cansamos, segaremos. 7 No os engañéis: Dios no puede ser burlado: que todo lo que el
hombre sembrare, eso también segará. 8 Porque el que siembra para su carne, de
la carne segará corrupción; más el que siembra para el Espíritu, del Espíritu
segará vida eterna. 9 No
nos cansemos, pues, de hacer bien; que a su tiempo segaremos, si no hubiéremos
desmayado. 10 Así que,
entre tanto que tenemos tiempo, hagamos bien á todos, y mayormente a los
domésticos de la fe.
(Gálatas 6:8,10)
Los “escorpiones” contaminan a los que inoculan su toxina, y en
algún momento terminan envenenados por su propia toxina.
4 Dios
mío, líbrame de la mano del impío, de la mano del perverso y violento. 5 Porque tú, oh Señor Jehová,
eres mi esperanza: seguridad mía desde mi juventud.
6 Por
ti he sido sustentado desde el vientre: de las entrañas de mi madre tú fuiste
el que me sacaste: de ti será siempre mi alabanza. 7 Como prodigio he sido á muchos; y tú mi refugio fuerte. 8 Sea llena mi boca de tu alabanza,
de tu gloria todo el día. 9 No
me deseches en el tiempo de la vejez; cuando mi fuerza se acabare, no me
desampares. 10 Porque mis
enemigos han tratado de mí; y los que acechan mi alma, consultaron
juntamente, 1 1 Diciendo: Dios lo ha dejado: perseguid y tomadle,
porque no hay quien le libre. 12
Oh Dios, no te alejes de mí: Dios mío, acude presto á mi socorro. 13 Sean avergonzados, fallezcan
los adversarios de mi alma; sean cubiertos de vergüenza y de confusión los que
mi mal buscan.
(Salmo 71: 4,13)
Cuando estemos frente a la presencia de algún “escorpión” recordemos
que su naturaleza es envenenar, pero también recordemos, que
nuestra naturaleza es salvar almas para Cristo.
“Todo lo puedo en Cristo que me
fortalece.” (Filipenses 4:13)
(p.m.)
Biblia Reina - Valera 1909