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4.22.2014

30 Principios de vida

1. Nuestra intimidad con Dios, que es su prioridad para nosotros, determina el impacto que causen nuestras vidas. Génesis 1.26

2. Obedezcamos a Dios y dejemos las consecuencias en sus manos. Éxodo 19.5

3. La Palabra de Dios es ancla inconmovible en las tormentas. Números 23.19

4. Estar conscientes de la presencia de Dios nos da energías para desempeñar nuestro trabajo.Deuteronomio 20.1

5. Dios no nos demanda que entendamos su voluntad, sino que la obedezcamos aunque nos parezca poco razonable. Josué 3.8

6. Cosechamos lo que sembramos, más de lo que sembramos, después de sembrarlo. Jueces 2.1-4

7. Los momentos sombríos durarán solo el tiempo necesario para que Dios lleve a cabo su propósito en nosotros. 1 Samuel 30.1-6

8. Libremos nuestras batallas de rodillas y siempre obtendremos la victoria. 2 Samuel 15.31

9. Confiar en Dios quiere decir ver más allá de lo que podemos, hacia lo que Dios ve. 2 Reyes 6.17

10. Si es necesario, Dios moverá cielo y tierra para mostrarnos su voluntad. 2 Crónicas 20.12

11. Dios asume toda la responsabilidad en cuanto a nuestras necesidades, si lo obedecemos. Job 42.7-17

12. La paz con Dios es fruto de nuestra unidad con Él. Salmo 4.8

13. Escuchar a Dios es esencial para andar con Él. Salmo 81.8

14. Dios actúa a favor de quienes esperan en Él. Isaías 64.4

15. El quebrantamiento es el requisito de Dios para que seamos útiles al máximo. Jeremías 15.19

16. Todo lo que adquirimos fuera de la voluntad de Dios termina convirtiéndose en cenizas. Ezequiel 25.6, 7

17. De rodillas somos más altos y más fuertes. Daniel 6.10, 11

18. Como hijos del Dios soberano, jamás somos víctimas de nuestras circunstancias. Oseas 3.4, 5

19. Todo aquello a lo que nos aferremos, lo perderemos. Amós 6.6, 7

20. Las decepciones son inevitables; el desánimo es por elección nuestra. Habacuc 3.17-19

21. La obediencia siempre trae bendición consigo. Lucas 11.28

22. Andar en el Espíritu es obedecer las indicaciones iniciales del Espíritu. Hechos 10.19

23. Jamás podremos superar a Dios en generosidad. 2 Corintios 9.8

24. Vivir la vida cristiana es permitir al Señor Jesús vivir su vida en y por medio de nosotros. Gálatas 2.20

25. Dios nos bendice para que nosotros podamos bendecir a otros. Efesios 4.28

26. La adversidad es un puente que nos conduce a una relación más profunda con Dios. Filipenses 3.10, 11

27. No hay nada como la oración para ahorrar tiempo. 2 Tesalonicenses 3.1

28. Ningún creyente ha sido llamado a transitar solitario en su peregrinaje de fe. Hebreos 10.24, 25

29. Aprendemos más en nuestras experiencias por el valle de lágrimas que en las de la cumbre del éxito.Santiago 5.10

30. El deseo ferviente del regreso del Señor nos mantiene viviendo productivamente. Apocalipsis 22.12



*Cuando el Dr. Charles Stanley era adolescente, pasó una semana con su abuelo, lo que cambió su vida para siempre y moldeó sus siguientes 50 años de ministerio. 

Durante esos días, aprendió  estas 30 verdades fundamentales que han guiado su vida y su ministerio desde entonces hasta la actualidad

4.20.2014

¡ Dia de triunfo!

14 sabiendo que el que resucitó al Señor Jesús, a nosotros también nos resucitará con Jesús, y nos presentará juntamente con vosotros.
15 Porque todas estas cosas padecemos por amor a vosotros, para que abundando la gracia por medio de muchos, la acción de gracias sobreabunde para gloria de Dios.
16 Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día.
17 Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria;
18 no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.
Reina Valera: 2 Corintios 4.14-18

Hoy es un día muy especial. En todo el mundo, personas de todas las edades están asistiendo a la iglesia. Pero la Pascua Florida es mucho más que ir a la iglesia. Si hemos entendido verdaderamente lo que se logró en el Día de la Resurrección, seremos las personas más agradecidas y victoriosas que existan. ¿Cómo lo sé? Al observar a los discípulos de Cristo, los primeros testigos del milagro más asombroso de Jesús. Cuando ellos creyeron finalmente que Jesús estaba vivo, todo cambió: esos hombres llenos de dudas y descorazonados se transformaron en predicadores apasionados del evangelio.
¿No le gustaría a usted vivir con esa misma confianza y determinación? Puede hacerlo, al considerar lo que logró la resurrección de Cristo y permitir que esa realidad llegue a ser fundamental en todo lo que usted piense, diga y haga. Comience reflexionando en tres verdades extraordinarias:
Primero, Jesús está vivo y activo, no solo en el cielo, sino también en nuestras vidas. Está sentado a la diestra del Padre —nadie mejor que el Dios-hombre, que experimentó personalmente la debilidad humana, que conoce cada detalle de nuestras circunstancias, y que está presente en nuestro interior por medio de su Espíritu— para interceder por nosotros (Ro 8.34). Su poder sobrenatural (v. 11) está siempre al alcance para transformar nuestro carácter, fortalecernos, darnos discernimiento, y guiarnos a hacer la voluntad de Dios.
Segundo, el Señor es absolutamente digno de confianza. Puesto que Jesús venció la muerte, tal como lo anunció, podemos saber que todo lo demás que dijo también es verdad —y que todas las promesas de Dios son seguras. Estas incluyen el convencimiento de que nuestros pecados han sido perdonados si ponemos la fe en el Señor como Salvador. Al levantar a su Hijo de entre los muertos, Dios proclamó que el sacrificio de Cristo fue suficiente para pagar el castigo por nuestros pecados.
Tercero, la muerte no es el final. Por el contrario, es el comienzo de la vida como Dios quiso que fuera —libre del pecado y de todas sus consecuencias,  de sufrimiento, enfermedad y dolor. La resurrección de Jesús garantiza que los creyentes también resucitaremos, y que recibiremos cuerpos nuevos —fuertes, perfectos y eternos. Además, tendremos el gozo de reencontrarnos con seres queridos en Cristo, y ver a nuestro Salvador cara a cara.
Cuando una persona entiende lo que logró la resurrección de Jesús, no tiene ninguna razón para permitir que las penas y las preocupaciones del mundo le lleven a la desesperanza (v. 18). Por eso, invirtamos en nuestro futuro eterno, viviendo con la perspectiva de la resurrección, y sirviendo fielmente al Salvador resucitado. 
Charles F. Stanley