11 VESTÍOS DE TODA LA ARMADURA DE DIOS, PARA QUE PODÁIS ESTAR FIRMES CONTRA LAS ASECHANZAS DEL DIABLO. 12 PORQUE NO TENEMOS LUCHA CONTRA SANGRE Y CARNE; SINO CONTRA PRINCIPADOS, CONTRA POTESTADES, CONTRA SEÑORES DEL MUNDO, GOBERNADORES DE ESTAS TINIEBLAS, CONTRA MALICIAS ESPIRITUALES EN LOS AIRES. 13 POR TANTO, TOMAD TODA LA ARMADURA DE DIOS, PARA QUE PODÁIS RESISTIR EN EL DÍA MALO, Y ESTAR FIRMES, HABIENDO ACABADO TODO. Efesios 6:11,13
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7.29.2017
Que sería de mí...
Salmos 124 –B. Reina-Valera
1 A no haber estado Jehová por
nosotros,
Diga ahora Israel;
2 A no haber estado Jehová por
nosotros,
Cuando se levantaron contra
nosotros los hombres,
3 Vivos nos habrían tragado
entonces,
Cuando se encendió su furor
contra nosotros.
4 Entonces nos habrían inundado
las aguas;
Sobre nuestra alma hubiera pasado
el torrente;
5 Hubieran entonces pasado sobre nuestra
alma las aguas impetuosas.
6 Bendito sea Jehová,
Que no nos dio por presa a los
dientes de ellos.
7 Nuestra alma escapó cual ave
del lazo de los cazadores;
Se rompió el lazo, y escapamos
nosotros.
8 Nuestro socorro está en el
nombre de Jehová,
Que hizo el cielo y la tierra.7.24.2017
UN TRABAJO DE TODA LA VIDA
Cuando el Señor es nuestro maestro, siempre hay algo nuevo y asombroso por descubrir.
el fotógrafo Ansel Adams dijo en una oportunidad: “Algunas veces voy a lugares justo cuando Dios está listo para que alguien haga clic en el disparador de la cámara”. He experimentado momentos como este en mis viajes, pero son regalos especiales del Señor. Con mayor frecuencia sucede lo contrario. Se necesita tiempo para tomar una buena fotografía. La persona que la toma debe estar en el lugar correcto, y esperar hasta que la luz sea perfecta. El resultado final puede parecer fácil, pero lograr esa foto exige habilidades adquiridas a lo largo de toda una vida. He estado captando imágenes durante décadas, y todavía estoy aprendiendo cosas nuevas cada vez que estoy detrás del lente.
La Biblia nos enseña al igual que la fotografía, que la vida cristiana no es algo que se llega a dominar totalmente.
Nacer de nuevo no es la meta final de nuestra fe; es donde comienza una relación con el Señor. Desde el momento que recibimos a Cristo como nuestro Salvador, comenzamos a crecer y a desarrollarnos, y este proceso permanente es una de las mayores bendiciones de ser un hijo de Dios. Él nos ama demasiado como para dejarnos donde estamos, y cada día nos ofrece la oportunidad de aprender algo nuevo acerca del Señor y de vivir más cerca del centro de su voluntad. Algunas lecciones son fáciles de aprender, mientras que otras requieren algo de dolor y de sacrificio para entenderlas. Sin embargo, todas ellas son necesarias si queremos ser más como Cristo, “el autor y consumador de la fe” (He 12.2).
“¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios!”, escribe el apóstol Pablo. “¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!” (Ro 11.33). En vez de sentirnos desanimados por esto, recordemos que este es un motivo de regocijo porque —cuando el Señor es nuestro maestro— siempre hay algo nuevo y asombroso por descubrir.
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