Si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas
viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. 2 Corintios 5:17
Cuando se recibe a
Jesucristo, nacemos de nuevo e ingresamos en el reino de Dios. Nos convertimos
en personas totalmente distintas. El cambio que ocurre cuando usted es salvo, al aceptar a Jesucristo como su único Salvador, es
más espectacular que el cambio que ocurrirá cuando usted muera, porque entonces
ya usted tiene una nueva naturaleza y es ciudadano del reino de Dios. La muerte
simplemente lo lleva a la presencia de Dios.
En sus epístolas, el apóstol Pablo dice que, cuando Dios nos
transformó, nos dio una nueva voluntad, una nueva mente, un nuevo corazón, un
nuevo poder, un nuevo conocimiento, una nueva sabiduría, una nueva vida, una
nueva herencia, una nueva relación, una nueva justicia, un nuevo amor, un nuevo
deseo y una nueva ciudadanía. Él llamó a eso "vida nueva" (Ro. 6:4).
Algunos enseñan que, cuando una persona se hace cristiana, Dios le da algo
nuevo además de su vieja naturaleza pecaminosa. Pero según la Palabra de Dios,
no recibimos algo nuevo.
¡Nosotros mismos nos volvemos nuevos!
3 ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en
Cristo Jesús, hemos sido
bautizados en su muerte?
4 Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por
el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del
Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.
5 Porque si fuimos plantados juntamente con él en la
semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección;
6 sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado
juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no
sirvamos más al pecado.7 Porque el que ha muerto, ha sido justificado del
pecado.
8 Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con
él;
9 sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos,
ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él.
10 Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por
todas; mas en cuanto vive, para Dios vive.
11 Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero
vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.
12 No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de
modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias;
13 ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como
instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de
entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.
14 Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no
estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.
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