Hechos 1.8
Gálatas 4-6
El Espíritu de Dios trabaja en cada creyente. No se limita a
pastores y misioneros. Si ha recibido a Jesucristo como su Salvador personal,
entonces en usted mora el mismo poder que resucitó a Cristo de los muertos (Ro
8.11). El Espíritu Santo derrama su poder para crear un carácter santo en todos
los que obedecen al Señor.
El fruto del Espíritu recibe ese nombre porque es la
personalidad y la conducta que el Espíritu Santo produce en los creyentes (Gá
5.22,23). Son cualidades que no podemos generar nosotros mismos. El mensaje más
poderoso que podemos comunicar no es un testimonio ni un sermón; es la forma en
que vivimos cuando estamos bajo presión, sepultados bajo una avalancha de
problemas o somos tentados.
El mundo necesita ver familias consagradas a Dios cuyos
miembros se amen unos a otros; personas que hagan sus negocios con integridad y
decoro; y hombres y mujeres que elijan la pureza moral. Es decir, el mundo
necesita ver creyentes que sean obedientes al Señor.
Al mostrar paz en vez de ansiedad, o demostrar paciencia en
vez de decir una palabra hiriente, el cristiano da testimonio de la hermosura
del evangelio. Atrae a los que no conocen a Cristo por medio de palabras y
hechos. Y aunque pueda llegar a rechazar una doctrina, no ignorará una vida
recta.
El mensaje más fuerte del evangelio no proviene de un
púlpito. El testimonio más poderoso en favor de Jesucristo donde usted trabaja,
vive o descansa es usted mismo. Sométase a la obra del Espíritu Santo, y Él
producirá una gran cosecha de fruto espiritual en su vida.
(De En Contacto)
No hay comentarios:
Publicar un comentario