Espero en el Señor Jesús enviaros pronto a Timoteo, para que
yo también esté de buen ánimo al saber de vuestro estado; pues a ninguno tengo
del mismo ánimo, y que tan sinceramente se interese por vosotros. Filipenses 2:19-20
La historia de la Iglesia pudiera referirse a nuestra época
como la del desastroso fracaso en el liderazgo de la iglesia. Se han bajado las
normas del liderazgo, y millares han perdido trágicamente su camino.
¿Dónde están los hombres piadosos y veraces? ¿Dónde están
los humildes y desinteresados modelos de virtud? ¿Dónde están los ejemplos de
la victoria sobre la tentación? ¿Dónde están quienes nos muestren cómo orar y
vencer las pruebas o la adversidad?
Tenemos una iglesia estancada y deformada porque hemos
perdido de vista a Cristo, su Palabra y al Espíritu. Hemos perdido de vista
nuestro claro ejemplo de crecimiento en la vida del apóstol Pablo. Y hemos
tolerado una norma de liderazgo más baja que la permitida por la Biblia. La
esencia del cristianismo es ser más semejante a Cristo. Se atenderán asuntos
tales como las buenas relaciones, el servicio y la evangelización si procuramos
alcanzar esa meta santa.
(Gracia a Vosotros)
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