Pero, usted pudiera estar pensando, quizá Jesús le habría
permitido a la mujer divorciarse de su marido si él hubiera vivido en otra
cultura que les permitía a las mujeres divorciarse de sus maridos. Bueno,
nosotros no tenemos que especular acerca de eso. Eso se debe a que tanto bajo
la ley romana como la griega, una esposa podía divorciarse de su marido. Y
había muchos romanos y griegos que vivían en Judea y Galilea, algunos de los
cuales eran prosélitos judíos.
Por esa razón, en otra ocasión, Jesús se refirió al tema de
una mujer que se divorcia de su marido. Él dijo: “Y si la mujer repudia a su
marido y se casa con otro, comete adulterio” (Marcos 10.12). Jesús no hace
excepción.
¿Por qué es importante esto? Porque la gran mayoría de los
divorcios que se presentan en la actualidad son entablados por las esposas, no
por los maridos. En los Estados Unidos, de 67% a 75% (variando según el estado)
de todos los divorcios son entablados por las mujeres.En Inglaterra, 70% de
todos los divorcios son entablados por las esposas.
Sin embargo, esas estadísticas se aplican a todos los
divorcios, hayan o no niños menores de edad involucrados. Cuando sólo
consideramos los divorcios que involucran a niños menores de edad, el
porcentaje de divorcios entablados por mujeres es considerablemente mayor.
Durante los últimos veintidós años de mi carrera como
abogado, he ejercido en materia de propiedades y títulos. Como parte de la
examinación de los títulos de propiedad, he leído los expedientes de varios
miles de casos de divorcio. Y he observado que fácilmente nueve de cada diez de
estos casos de divorcio fueron iniciados por esposas. ¿Por qué este porcentaje
de divorcios entablados por esposas es tan alto en comparación con el promedio
a nivel nacional? La razón es que yo sólo reviso expedientes de divorcio en el
caso de personas que son dueñas de bienes inmuebles. Por lo general, estos
propietarios son personas arriba de los veinticinco años, y la mayoría de ellos
tienen hijos menores de edad.
En el artículo, These Boots Are Made for Walking: Why Most
Divorce Filers Are Women (“Estas botas están hechas para caminar: Por qué la
mayoría de quienes entablan el divorcio son mujeres”), Margaret Brining
escribe: “Los hijos son “los bienes” más importantes en un matrimonio, y la parte
que espera lograr la custodia exclusiva es la más propensa a presentar el
divorcio”. Las mujeres están más dispuestas a divorciarse porque rara vez
temen perder la custodia de sus hijos.
Con todo, la Iglesia institucional ha cerrado sus ojos a
este mal. Hace varios años, recibí una carta formal de un ministro de Texas. Él
denunciaba nuestras leyes en favor del “divorcio-derecho” (que permiten el
divorcio sin necesidad de causa) en Texas. Me alegré al ver a un ministro
pronunciarse contra el divorcio, ya que la mayoría de las llamadas iglesias
bíblicas han permanecido muy calladas sobre este tema. Pero luego la carta
continuaba diciendo que nuestras leyes, por hacer tan fácil el divorcio,
discriminan a mujeres y niños.
¿Discriminar a mujeres y niños? Este Don Quijote moderno
creía que las miles de mujeres divorciadas en nuestras iglesias hoy día están
en esa situación porque sus maridos las han repudiado. Sin hacer ninguna
investigación, él trató el tema como si los hombres estuvieran echando a sus
esposas a diestra y siniestra para luego continuar en su juerga.
Sin embargo, esa parece ser la actitud general de la mayoría
de las iglesias hacia el divorcio; ignoran completamente la realidad de los
divorcios de nuestros días. He escuchado a pastores regañando a los padres que
“repudian a sus esposas e hijos”, como si fueran los padres quienes
generalmente inician el divorcio. En cambio, tratan a “las madres solteras”
como mártires, víctimas heroicas y viudas espirituales… cuando por lo general
son ellas las que se divorcian de sus maridos.
El divorcio es un pecado que deja víctimas a su paso. Y es
lo mismo cuando son los maridos los que se llevan a los hijos, arrebatándolos
de sus esposas. En la actualidad, hay millones de padres y madres que se duelen
profundamente porque sus hijos les han sido arrebatados. No obstante, muy pocas
iglesias tienen la valentía de denunciar este fruto malvado del divorcio.
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