Translate

1.10.2015

La caja de la humanidad

Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad.
Colosenses 2:9

Si consideráramos este mundo como una dimensión de tiempo y espacio, entonces una caja cerrada pudiera representarlo, con Dios fuera de la caja. Es imposible que la humanidad escape de la caja porque, por definición, lo natural no puede entrar en lo sobrenatural. Lo que está confinado al tiempo y al espacio no puede escapar a la eternidad ni a lo infinito.
Como hay algo dentro del hombre que anhela saber lo que hay fuera de la caja, él inventa deidades, que es la forma en la que proliferan las religiones. Las distintas religiones se convierten en una extensión del deseo del hombre de escapar de su caja, pero el anhelo del hombre de trascender la caja no puede resolverse porque él está confinado a la caja por su propia naturaleza.
¿Hay una forma de escapar de esa caja? Sí, las buenas noticias son que hay una manera, y es por medio de Cristo. El cristianismo reconoce que usted no puede salir de su caja, pero proclama que Dios ha invadido la caja desde afuera. Jesucristo ha entrado en su mundo para mostrarle cómo puede morar con Dios para siempre. ¿No aceptará su invitación?

De Gracia a Vosotros

1.06.2015

Si yo fuera uno de ellos...

Erase una vez un hombre que no tenía reparos en decir lo que pensaba de la religión y las festividades religiosas, como la Navidad. Su mujer, en cambio, era seguidora de Cristo a pesar de los comentarios de su marido.

Una nochebuena en que estaba nevando, la esposa se disponía a llevar a los hijos al oficio navideño de la iglesia, le pidió al marido que los acompañara, pero él se negó. ¡Qué tonterías!, ¿Por qué Dios se iba a rebajar a descender a la tierra adoptando la forma de hombre?, respondió. Los niños y la esposa se marcharon, y él se quedó en casa.

Un rato después, los vientos empezaron a soplar con mayor intensidad y se desató una ventisca. Observando por la ventana, todo lo que él veía era una cegadora tormenta de nieve. Y decidió relajarse sentado ante la chimenea.

Al cabo de un rato, oyó un estruendo; algo había golpeado la ventana. Luego, oyó un segundo golpe fuerte. Miró hacia afuera, pero no logró ver a más de unos pocos metros de distancia. Cuando empezó amainar la nevada, se aventuró a salir para averiguar qué había golpeado la ventana.

En un campo cercano descubrió una bandada de gansos salvajes. Por lo visto iban camino al sur para pasar el invierno, y se vieron sorprendidos por la tormenta de nieve y no pudieron seguir. Perdidos, terminaron en aquella finca sin alimento ni abrigo. Daban aletazos y volaban bajo en círculos por el campo, cegados por la borrasca, sin seguir un rumbo fijo. El agricultor dedujo que un par de aquellas aves habían chocado con su ventana.

Sintió lástima por los gansos y quiso ayudarlos. "Sería ideal que se quedaran en el granero. Ahí estarán al abrigo y a salvo durante la noche mientras pasa la tormenta", pensó. Dirigiéndose al establo, abrió las puertas de par en par. Luego, observó y aguardó, con la esperanza de que las aves advirtieran que estaba abierto y entraran. Los gansos, no obstante, se limitaron a revolotear dando vueltas. No parecía que se hubieran dado cuenta siquiera de la existencia del granero, y de lo que podría significar en sus circunstancias. El hombre intentó llamar la atención de las aves, pero sólo consiguió asustarlas y que se alejaran más.

Entró a la casa y salió con algo de pan. Lo fue partiendo en pedazos y dejando un rastro hasta el establo. Sin embargo, los gansos no entendieron. El hombre empezó a sentir frustración. Corrió tras ellos tratando de ahuyentarlos en dirección al granero. Lo único que consiguió fue asustarlos más y que se dispensaran en todas direcciones menos hacia el granero. Por mucho que lo intentara, no conseguía que entraran al granero, donde estarían abrigados y seguros.

¿Por qué no me seguirán? ¿Es que no se dan cuenta de que ese es el único sitio donde podrán sobrevivir a la nevasca?, exclamó. Reflexionando por unos instantes, se dio cuenta de que las aves no seguirían a un ser humano. "Si yo fuera uno de ellos, entonces si que podría salvarlos", dijo pensando en voz alta. Seguidamente, se le ocurrió una idea. Entró al establo, agarró un ganso doméstico y lo llevó en brazos, paseándolo entre sus congéneres salvajes. A continuación, lo soltó. Su ganso voló entre los demás y se fue directamente al interior del establo. Una a una, las aves lo siguieron hasta que todas estuvieron a salvo.

El campesino se quedó en silencio por un momento, mientras las palabras que había pronunciado hacía unos instantes aún le resonaban en la cabeza: "Si yo fuera uno de ellos, ¡entonces sí que podría salvarlos!" Reflexionó luego en lo que le había dicho a su mujer aquel día: "¿Por qué iba Dios a querer ser como nosotros? ¡Qué ridiculez!" De pronto, todo empezó a cobrar sentido. Entendió que eso era precisamente lo que había hecho Dios. Diríase que nosotros éramos como aquellos gansos: Estábamos ciegos, perdidos y a punto de perecer. Dios se volvió como nosotros a fin de indicarnos el camino y, por consiguiente, salvarnos.

Cuando amainaron los vientos y cesó la cegadora nevasca, su alma quedó en quietud y meditó en lo que había sucedido. De pronto comprendió el sentido de la Navidad y por qué había venido Jesús a la Tierra. Junto con aquella tormenta pasajera, se disiparon años de incredulidad. Hincándose de rodillas en la nieve, elevó su primera oración: "¡Gracias Señor, por venir en forma humana para salvarme de mi tormenta interior que me impedía ver!"  
Amory Dixon

Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo,
tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres
Filipenses 2:5-7

E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, Justificado en el Espíritu, Visto de los ángeles, Predicado a los gentiles,Creído en el mundo,  Recibido arriba en gloria.
1 Timoteo 3:16